martes, 21 de diciembre de 2010

Bourdieu, dominación masculina, bienes simbólicos y personajes colombianos

Me propuse aplicar la teoría de la dominación simbólica de Bourdieu haciendo una comparación entre cuatro personajes de la vida pública colombiana.
    
Para la realización del ejercicio propuesto escogí los siguientes personajes, que en diferentes ámbitos son modelos de feminidad y de masculinidad: Maria Emma Mejía, Marbelle, Paulo Laserna y Faustino Asprilla.

     En primer lugar, haré un breve esbozo biográfico de cada uno de ellos:

*      Maria Emma Mejía: Nace en Medellín en el año 1953, sus estudios primarios los realiza en el Colegio Jesús María, y los secundarios en el Gimnasio Los Pinales, en la misma ciudad. Estudia comunicación social en la Pontificia Universidad Bolivariana y se especializa en cine y televisión en Londres. Su trayectoria profesional ha estado ligada al desempeño de cargos en el sector público como directora de FOCINE, Ministra de Relaciones Exteriores, Ministra de Educación y Embajadora en España. Así mismo, ha participado activamente en diferentes campañas políticas y fue pre-candidata a la alcaldía de Bogotá.
*      Marbelle: Según las revistas de farándula su nombre de pila es Mauren Belki Ramírez. Nace en la ciudad de Cali en 1980. Hija de un policía boyacense y de una modista manizalita. Es una cantante de música popular, que en el medio se conoce como la “reina de la tecnocarrilera”. Su carrera artística inicia desde muy niña acompañando a su madre a dar serenatas; hacia los 16 años de edad participa en programas de concursos como Sábados Felices que le sirven para iniciar una carrera exitosa. Su vida privada ha servido de tema para muchos artículos de revistas de farándula, destacándose las múltiples cirugías que se ha realizado, la huida de su casa, un romance y posterior matrimonio con un policía de rango que luego resultó implicado con el narcotráfico, su separación del mismo, y más recientemente unas fotografías al desnudo en la revista Soho.
*      Paulo Laserna Philips: Es bogotano, hijo de uno de los fundadores de la Universidad de los Andes, estudia su bachillerato en el Gimnasio Moderno (donde era famoso por atropellar con su bicicleta a todo el mundo), graduado en ciencias políticas de la Universidad de Los Andes, con máster en Harvard, y en su hoja de vida figuran cargos ejecutivos como la gerencia de la ETB, la voz del Tolima, y Gramacol,  la dirección de Caracol.
*      Faustino “El Tino” Asprilla: Nace en la ciudad de Tulúa, proviene de una familia de escasos recursos económicos, es un futbolista de gran éxito que logró amasar alguna fortuna invertida en negocios como el transporte (tiene una flotilla de buses), ropa deportiva y bienes raíces. Hace algunos años aparece desnudo en unas fotografías en la revista Soho y desde entonces deja de ser sólo un futbolista para convertirse en tema de farándula y de escándalo. Es frecuente que cada tanto los medios de comunicación se ocupen de su comportamiento caracterizado por <<echar bala>> cada vez que se siente molestado, o cuando está embriagado.
     Todos estos personajes, en cada uno de sus campos de acción es modelo de feminidad o de masculinidad, aunque, como es claro, algunos lo son en medios populares y otros en los estratos socioeconómicos altos. Se iniciará el ejercicio con la comparación entre Maria Emma Mejía y Paulo Laserna; y, luego, con la comparación entre Marbelle y Faustino Asprilla.

División sexual del trabajo

     Aunque a primera vista pudiera parecer que las señales de éxito, prestigio, trayectoria y reconocimiento social eximen de la dominación a quienes se benefician de sus privilegios, una mirada a la luz de la teoría de Bourdieu ofrece otra perspectiva que desenmascara la forma en que el orden social opera sometiendo a los agentes a su forma de organización, jerarquización y reproducción del mundo, es decir a una cosmología cuyo génesis se halla en el <<orden masculino>>.

     Así ocurre para el caso de nuestros dos primeros personajes: originarios ambos de familias influyentes e influyentes ellos mismos, experimentan en la división sexual del trabajo los principios de diferenciación que los ubica en labores, lugares, y ámbitos de acción asignados dentro un campo limitado de posibilidades creado por el orden social masculino; así mismo, sus cuerpos han sido construidos, moldeados y utilizados para expresar precisamente las distancias y diferencias que caracterizan, tanto la división biológica entre los sexos, como la separación entre los dominantes y los dominados. En estos personajes se opera una forma doble de división: en primer lugar, es clara la diferencia anatómica (la feminidad de Maria Emma, la masculinidad de Laserna, dentro de su entorno de socialización) y el significado que representa para simbolizar la imagen del origen de clase de donde provienen (la estilización del cuerpo, los ademanes, la forma de ocupar un espacio, el uso del cuerpo para reflejar indulgencia, altivez y consideración al mismo tiempo; la libertad de movimientos, etc.); en segundo lugar, los campos de los posibles en el mundo laboral están claramente delimitados para cada uno de acuerdo a su sexo (Maria Emma es vista como una funcionara eficaz, organizada, de buenos sentimientos, con capacidad organizativa, preocupada por los problemas sociales, generadora de consensos, leal y comprometida; y por tanto, ha sido la <<eminencia gris>> de los políticos con los cuales ha trabajado, quienes valoran, aparte de las anteriores características, su discreción y su disponibilidad para hacerse a un lado cuando llegan momentos de definición de liderazgos políticos. Al contrario, Laserna es considerado como un ejecutivo moderno, y se ven en él las características del líder agresivo, con liderazgo frente a sus subalternos, racional, con capacidad para asumir grandes retos –como presidente de Caracol logró rebajar la deuda de la empresa a unos niveles mínimos-, útil para enfrentar problemáticas macro –se ha constituido en uno de los más acérrimos enemigos del TLC-, en fin, un agente que responde a la expectativa que de un hombre se tiene dentro del <<orden masculino>>).

Economía de los bienes simbólicos, cuerpos, apariencia

     En este punto, resulta útil recurrir a la fotografía como una primera forma de evidenciar de qué manera el cuerpo construido socialmente expresa las relaciones históricas que permiten concebirlo como un bien susceptible de traficarse en el mercado, siempre y cuando exprese los valores que se supone está representando.


 

     La primera fotografía fue tomada durante un desfile de modas organizado por una reconocida fábrica de textiles de Medellín, hacia 1974, cuando en el país no había modelos profesionales. Maria Emma fue escogida porque podía representar la <<imagen de la marca>>. En un artículo se expresan las principales características de Maria Emma como modelo: “Esa práctica hizo que María Emma se destacara como una muy buena modelo de linda figura, y de caminar seguro y elegante. Nunca se tropezó y, por el contrario, sus cualidades —y su carisma— le sirvieron para que apareciera en anuncios de revistas de la época”. La segunda fotografía es más reciente, cuando fue precandidata por el Polo Democrático a la alcaldía de Bogotá, época para la cual se resaltó su figura (su cuerpo y su representación de feminidad) como estrategia de campaña a través de testimonios como los siguientes: “Hace falta alguien que sume fuertes convicciones, capacidad de gestión ejecutiva y voluntad de convencimiento” (Jordi Borja); ó, “Verraca, encantadora y con criterio, así veo a María Emma Mejía, una mujer capaz de sacar adelante proyectos de vida, haciendo que los jóvenes participen activamente en la construcción de un verdadero país” (Ramiro Meneses); o alusiones más explícitas como la del grupo de rock Likctigio, “para una nena linda / que se llama Maria Emma Mejía / Bogotá está en tus manos / como lo está esta canción / que amo y padece de esta ciudad”.

     Se puede aseverar que, no obstante el hecho indiscutible de ejercicio de poder de Maria Emma, ha sido percibida sobre todo por sus <<cualidades femeninas>>, como un <<bien simbólico>> que circula en el espacio de las transacciones políticas (lugar dominado por el orden masculino), percibida en su puro ser femenino a través de un proceso de construcción de su imagen, que trata de separarla muy cuidadosamente de las categorías destinadas a definir lo masculino y más específicamente lo masculino asociado al poder. Incluso cuando personajes muy cercanos a ella y críticos del orden y los poderes establecidos se refieren a ella, lo hacen privilegiando ese aspecto; como se puede observar en los siguientes apartes de un artículo escrito por Antonio Caballero: “Pero más que los nombres de los grupos o los jefes habría que mencionar los puestos que ha ocupado, y ver que en todos ellos ha sido dos cosas: leal a su jefe de turno, y eficaz en el cumplimiento de sus funciones”. O, “Hace unos días un grupo de escritores, artistas y gente de teatro publicó una carta de apoyo a su candidatura en la que se enumeraban sus cualidades, y la primera, con razón, era esa: su <<vocación de servicio>>, demostrada <<al ejercer con profesionalismo y transparencia altos cargos público>>".

     Así mismo, su figura ha sido utilizada en el desempeño de, en palabras de Bourdieu, “actividades de presentación y representación, recepción y acogida” como se puede constatar en otro artículo de una revista española: “María Emma Mejía, esa ex-canciller colombiana cuya foto junto a uno de los lugartenientes del líder de las FARC, “Tirofijo”, en 1999, dio la vuelta al mundo creando esperanzas de un posible entendimiento entre la “Guerrilla” y el gobierno, fue, sin duda, un símbolo del proceso de paz colombiano”.


     Al contrario, Laserna no está constreñido por el cuidado de su figura, a primera vista, su cuerpo en sí mismo no tiene una representación simbólica que le sea indispensable para circular en el espacio de las transacciones de la gran empresa (cosa diferente es la forma en que ocupa y se desplaza por el espacio). Y las percepciones sobre el rol que desempeña en el espacio del mercado de trabajo son diametralmente opuestas a las del caso de Maria Emma. Para evidenciar esta afirmación presentaré a continuación apartes de algunas alocuciones y comentarios sobre este personaje:
Muchas felicitaciones al equipo de Caracol, encabezado por Paulo Laserna. He tenido el privilegio de conocer a Paulo Laserna hace muchos años, de seguir su carrera periodística –que ha sido una sucesión de éxitos–, de conocer su inteligencia, su perseverancia, su energía. Y todavía cometo errores de depositarle secretos, como el que le transmití cuando vi a todos estos compatriotas que enmarcan este auditorio y le dije: “¡Qué efecto visual tan importante de votos y de compañía popular!”. Muchas felicitaciones, Paulo, por esta obra de tesón, por esta obra de perseverancia en lo que ha sido su exitosa carrera periodística. (palabras del presidente Uribe en la entrega de la Medalla Manuel Murillo Toro a Caracol).
Apenas asumió, muchos creyeron que su paso sería transitorio y que no estaría más de tres meses frente al canal privado. Un lustro después, sigue firme, echando números (la deuda de la compañía pasó de 263.000 millones de pesos a 51.000 millones) y pensando en la proyección internacional de Caracol. (Artículo revista Semana).
     De otro lado, cuando se resaltan sus cualidades más personales, o en términos de los medios de comunicación, sus características humanas, la referencia está orientada a manifestar sus “virtudes” de condescendencia, de comprensión y compasión de y por los dominados, pero, claro, desde un lugar de superioridad. Así se evidencia, por ejemplo en una entrevista realizada por el periódico el Tiempo, donde expresa: “Porque, como he conocido muchos seres humanos, también he aprendido a entenderlos. Una vez llegó un señor y los datos que yo tenía era que se trataba de alguien amargado y resentido. Con una palabra y una palmada en la espalda el hombre mostró todo lo contrario. Por todo esto, he aprendido a no guardar rencor y a perdonar”.
     Los otros dos personajes circulan en espacios diferentes, donde la dominación masculina y sus efectos sobre la estructuración del mundo, sobre la construcción del cuerpo, sobre la división sexual del trabajo, sobre la economía de los bienes simbólicos y sobre la percepción del rol asignado al hombre y a la mujer son más contundentes, o por lo menos no están mediados por el signo de la distinción.

División sexual del trabajo

     Entre Marbelle y Faustino Asprilla existe una frontera bien delimitada en las actividades, espacios y percepción social sobre sus campos de desempeño. Marbelle es considerada como “Diva” del espectáculo, su carrera de ascenso ha estado marcada por la subordinación hacia el gusto popular, su imagen ha sido capitalizada para reflejar en ella la estética asociada a los sectores populares como consumidores de un producto comercial llamado Marbelle; en fin, su trabajo se asocia al entretenimiento de los hombres en uno de los ámbitos específicos del orden masculino: la interacción con los amigos en el espacio público del bar consumiendo licor.

     Asprilla, al contrario, desempeña un trabajo que requiere de habilidad y fortaleza física, y que se muestra en un escenario en el que tiene lugar la confrontación directa con “otros”, masculinos también, que son valorados por su masculinidad misma.

     La percepción que de estos dos personajes se manifiesta a través de los medios de comunicación, los sitúa también en espacios particulares y reservados a la diferencia sexual de acuerdo a la cosmovisión impuesta por el orden masculino: En las revistas de farándula y periódicos, la vida privada de Marbelle es el tema central, claro, con énfasis especiales en la relación con sus padres dentro de su hogar, en los romances con un coronel casado, en fin, con énfasis en lo privado, <<espacio reservado a lo femenino>>.  Para Asprilla, la atención está enfocada hacia sus actuaciones públicas: noviazgos con modelos, escándalos en sitios públicos en los cuales hace uso de la fuerza o de armas de fuego, sin ninguna referencia a su vida privada.

Economía de los bienes simbólicos, cuerpos, apariencia

     En el caso de Marbelle, la construcción social de su cuerpo está determinada por la cosmovisión del orden masculino y de la dominación al mismo tiempo: cuando obtiene los primeros éxitos, que también son económicos, inicia un proceso de transformación física en el que trata de asimilarse a los cuidados que a su cuerpo ofrecen las mujeres de las clases adineradas, pero en una dinámica que incorpora los usos y costumbres de los sectores populares; así es como se realiza cirugías de maquillajes permanentes, liposucciones, se practica tatuajes –uno de los cuales está destinado a cubrir la cicatriz de una cirugía de apendicitis-, hace dietas para bajar de peso, y, finalmente, nuevas cirugías que le permiten que la revista Soho dedique un número para presentarla desnuda. En fin, practica con su cuerpo, de manera directa y material procesos de transformación que tienen por objetivo asimilarlo a los esquemas de percepción de los dominantes, tanto en su acepción de clase como de género, reconociendo la dominación.

     En el caso de Asprilla, no existe una intención deliberada a transformar o a exhibir su cuerpo. Pero los medios de comunicación se encargan de posicionarlo como modelo de masculinidad y de virilidad y, por supuesto, como un bien simbólico susceptible de circulación en el espacio de las transacciones deportivas y de farándula. Con unos efectos reales y positivos en la percepción que del personaje se tiene en los círculos del yet set, hasta el punto que luego de operado el cambio sobre la percepción de su cuerpo, empieza a salir con modelos afamadas en Europa y con actrices colombianas. Pero lo más significativo de este caso, es que es su virilidad quien le posiciona como símbolo; es decir, no es solo su cuerpo (atlético) o el uso que le da como deportista destacado; para comprender esto, citaré el aparte de un artículo de revista: “El mito no comenzó porque Faustino Asprilla era negro, o alto, o atractivo o famoso. Empezó el día en que una fotógrafa ("si no estoy mal, era una mujer") disparó su cámara al hombre que llevaba el balón. El resultado fue una foto del Tino con su miembro asomándose rebelde a través de los pliegues de la pantaloneta azul del uniforme de la Selección”.

    Para concluir, estos dos casos expresan claramente <<la lógica de la economía de los bienes simbólicos>>, al ser explicativos de dos dinámicas relacionales: la primera, la forma en que la construcción de un cuerpo femenino se pliega a las exigencias de un mercado para experimentar una transformación acorde a la percepción de las clases populares, al tiempo que incorpora elementos que tienen efectos de distinción entre las clases dominantes pero sin lograr esos efectos para sí (pues al contrario, sus cirugías, dietas y demás cuidados son percibidas como estrafalarias). La segunda, la preponderancia otorgada a la masculinidad, a la virilidad, al culto fálico, y a la subyugación que ante esa percepción construida por los medios de comunicación (reproductores del orden social masculino) se someten los agentes que se mueven dentro del espacio del yet set, y más específicamente las modelos y actrices, y los hombres (periodistas y fotógrafos) que también rinden culto al pene de Asprilla, tal vez añorando ese reconocimiento para sí.